Rodolfo
es un borracho: siempre está feliz y buena gente cuando bebe. De resto, es un malhumorado
de mierda que pretende demandar a su familia por daños y prejuicios, y a veces les
grita, atormentado con su resaca, "ojalá se mueran".
Hoy
es un día especial: Rodolfo irá al bar de putas de don Ernesto. Esta noche
Carmen le hará un show de niñerita bondage. “Mi mamá me amarraba cuando niño ¡Así,
así! Me portaba muy mal ¡Muy mal!” le decía Rodolfo a Carmen, mientras ella lo
azotaba con una tabla, casi con cariño, pisándolo como a un gusano con sus
tacones de plataforma mientras calaba un porro entre sus guantes de cuero
negro, midiendo el tiempo que le faltaba para atender a su próximo cliente: un
viejo gordo y feo; hediondo a alcohol e impotente, muy parecido a Rodolfo.
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