martes, 22 de diciembre de 2009

Amanda, Amanda... Cuidado con ese cuchillo, Amanda.



Todas las fuentes desbordarían
sus aguas por tan sólo un gesto tuyo
de tus labios:
que bebieras de tus manos como copas
tan sólo un sorbo de sus aguas.
Y así, sólo así serían plenas
sólo así no habrían existido en vano:
Por un momento también ellas
habrían colmado su sed.

martes, 15 de septiembre de 2009

Uno cree más de lo que entiende.

Como si así sentenciando un final absoluto para esto
se justificara una existencia de total desidia.
Como si así
los pasos trazaran caminos que simulan
en el suelo el vuelo de una mosca
y que llevan a tesoros vacíos
marcando con una equis casi indecisa
como si en realidad no supiera qué equis; qué nada.
Como si así se justificara la torpeza.
Así sí, como voceros del apocalipsis,
así de fácil se acaba todo esto, claro está.

martes, 8 de septiembre de 2009

Té radio pía (Uno)

Miro y lo vasos
recogen un brillo peculiar como pilares
que se guardan fuera de la sombra
y la luz los enlaza
____________los abraza
___________________los enciende.

Es ahí cuando entonces
________por
__primera
vez
me hago caso:

Como un hacha cuyo acero está forjado
a resplandor con un brillo a luna llena y nocturno
de un guepardo alerta y contemplativo
(que a todas estas, engulle algún animal
que mató por ahí)
¡Revienta! (el hacha) entonces
Una hoguera decadente
A cuyo fuego brindaban materia
Demonios vestidos en lástimas:
- ¡Esa hoguera no crepita!
- Falta aire…
- ¡Falta aire, sí!
- Échale candela.

Pero, la industria les iba a prosperar muy poco:
Revienta, también, el hacha en su juicio
las llamas de sus pieles ya caducas.

Al carbón de sus restos
Irán creciéndole cristales traslúcidos
de simétricos diamantes.
Pero, todo ocurrirá
a su debido tiempo
en la rueda del tiempo
en el crisol del tiempo
de cuyos caldos destellan soles
y surgen caminos
que ya nada esconden.

Entonces, es ahí cuando por
segunda vez
me hago caso:
Como el cristal que sumergido aguarda
en las profundidades de las sombras
a un alba, a un cielo lleno de albas
_______________________de lunas
______________de muchos más soles
crece; se genera; se refina; se replica
aún sin saber con certeza
si hay un Sol allá que resplandezca.

- Pero, siempre hay soles.
Siempre los hay.

martes, 28 de julio de 2009

Epílogo enganchado (Extracto natural de "Telegramática Recopilatórica II")

Una vez un astronauta estaba caminando en Marte y agarró una piedra. Ya adentro de la nave sacó la piedra de la caja (por cierto, no era cualquier caja) Se la mostró al otro astronauta que andaba con él y se pusieron a mirarla (al fin y al cabo, no era cualquier roca). Al parecer nuestro astronauta tenía gripe y sin poder evitarlo estornudó sobre la piedra.

Se fueron de Marte.

El viaje fue un fracaso total, la nave perdió su rumbo de regreso y se murieron de hambre los astronautas después de once años de vagar por ahí.

A los mil once años siguientes de milagro llegó la nave otra vez a la tierra junto con los cadáveres puro-hueso-pura-ropa y con las piedras recolectadas para aquél entonces (Por supuesto, habría más tecnología actualmente).

Se estudiaron las piedras: después de más de mil años ese fue el día más grande de la historia Humana: Los científicos habrían descubierto algo fascinante: ¡Había algo muy parecido a la gripe desde hace más de diez mil años!
viviendo en Marte…

La carta que no se quemó

Momentos como aquellos
te digo
con esa sinceridad, esa intensidad
no los había tenido.
Tú abristes caminos desiertos
e hiciste polinizar al ave, un fruto de colmena.

De verdad que le colmaste
la paciencia al bienestar.

Te prefiero como el aire...

*
El pretexto perfecto
se consigue
como se consigue el aire mirando la lluvia:
Así te busco yo
y pretendo
ver ese destello
de semillade agua y de sol.

Falta tierra
¿Falta?
La luna
hoy no se ve.
"Aquí-no-cabe-la-luna"
Subiría la marea
que choca
y diluye las piedras de sal
que hacen costa en el pensamiento
y te caerías
Junto conmigo

(Pues nos gusta
ver el mar Desde la orilla)


El agua, cuando no hay luna
aquí QUEMA.

**

Me he dado cuenta:
a veces te prefiero como el aire…
Así, puedo imaginarte de cualquier forma.

miércoles, 13 de mayo de 2009

Se recomienda discreción

¡Felicitémonos! Hemos creado el sistema perfecto (dos puntos)
La certeza fue y es nuestra primera confusión y lo hemos logrado (tres puntos) el secreto es confundir de tal modo que todo absolutamente todo quede claro y sin manual (¡un bono!) qué es eso no-no-no ¡la condena es nuestra salvación! Y hemos obrado con esmero a la condena perpetua (cuatro puntos, y ¡un bono!) hicimos un camino con espinas de sal desde la cima y vamos rodando rumbo al abismo sin yodo. Congratulémonos qué bien qué bien cuanto sufrimiento innecesario qué llanto qué hambre qué duele quién qué nada.

¡Ayúdame ayúdenme! Piden los hijos de este desastre a sus forjadores desastrosos ayúdenme qué es esto yo no entiendo ayúdenme por favor y qué va qué pasa que eso no es así y le dan la espalda (cinco puntos, ¡dos bonos! y cuatro trompetas) qué es esa bulla que no me deja ver qué es el cartón pintado con letras que dice Hoy no mañana sí pásese mañana.

Y así nos vamos más o menos, reventándole huevos de salitre y sulfuro en la cara a todo aquel que pasa con la frente en alto y silbando Que bonito, que bonito es todo esto para que no se crea esa mentira qué es eso qué, porque no es mentira señores no sino certeza porque la mentira es un cisma y no se permiten cismas aquí y listo y punto (seis puntos y seis trompetas) Buscamos lo que otros desearían no buscar y los culpamos por no culparnos.

Sangre qué sangre que brota de los ojos que se queman qué sol hace qué ozono cuál ¿donde está? Arriba más arriba entonces prendemos fogatas allá arriba y aplaudimos el holocausto desde abajo, pero qué es eso niño ¡por Dios qué es! Dice la señora que se rasca la nariz comprando ñame pasteurizado para el sancocho y gallina beneficiada sin alas sin pescuezo qué es eso sin tripas sin huevos (siete puntos y siete trompetas ¡talán!) y al becerro me lo matan me lo matan que yo lo cocino que esa vaca su leche es pal muchacho que se me muere, Dios mío se me muere de una gripe cochina ahí (¡otro bono! de consuelo)

¿y la guerra? Cuál guerra cuál guerra chico la libertad, peleamos libertad chico qué no entiendes que liberamos no ves que es verde chico nos vestimos de verde como el árbol que sembraste que bonito de verde no ves ah no ves y te meten un tiro por la garganta, y eso que sólo preguntábamos la hora.
¿Y el cielo? Cuál cielo vale cuál cielo no ves que no vuelan pájaros ahí no ves que no hay cielo que algo vuele es negro como todos por dentro ahora el cielo es como nosotros qué felicidad cuál pulmón qué es eso niño qué es
¿Enajenación? transfiguración desgénero y ahora todos se follan por el culo y se dan duro para que no se les olvide (una estrella y ¡dos bonos extras!) porque esa es la idea es la certeza de que tenemos que desaparecer y nadie nace no señor nadie nace hasta nuevo aviso pero que se follen Dios que se follen para que se les olvide y no se preocupen que pronto habrán letreros en los hoteles que digan Hombres­ / Mujeres para que nadie se confunda y follen tranquilos tranquilas que nadie mira qué es.

Y el silencio. Que haga silencio que no deja escuchar qué es lo que dice esa gente importante que sirven para nada más importante que pelear y mandar y nos gusta pelear y obedecer mijo (una estrella, ¡seis sorprendentes bonos!) y por eso los escuchamos que se calle que no escucho. Y más silencio más duda más yo no sé.

¿y la nada? La nada el vacío el absoluto cero es la certeza que nos cobija con cada nuevo amanecer y un buenos días un cafecito señora un cafecito para ver el nuevo pedazo de mundo que se cayó y más buenos días señor y en cada sorbo un nuevo pensamiento que se muere en el intento por escapar y librarse del yugo que oprime esta existencia pero señores se recomienda discreción que no queremos confundir a nadie no señor.

Inspirado en "Rajatabla" (1970) de Luis Brito García.

sábado, 4 de abril de 2009

Al despertar


Foto de Ángel Gomes Espada.

Al despertar, abro las ventanas:
Que entre el aire, que recorra los
contornos, los ángulos, las curvas de tu cuerpo
y se lleve tu aroma
bien lejos.
Que se lleve ese perfume por la puerta
y te lleve consigo en su corriente.
Que te vuelvas vapor
y yo ser fuego, para estar seguros
de no encontrarnos.

Y contigo, espero
que se vaya la culpa.

(Esta vez
cruzas la puerta para no regresar)
Pero, luego seguro y regresas
o yo hago que regreses y entonces…
Sinceramente:
se nos acaban las ventanas
casi ya no nos quedan ventanas
y la ausencia de un sentido para todo esto
le mutila las manos a un concreto presente
y lo vuelve torpe; lo distrae.

lunes, 30 de marzo de 2009

¡...y nos dejó la escoba!

"Si un hombre atravesara el paraíso en un sueño,
y le dieran una flor como prueba
de que había estado allí,
y si al despertar encontrara esa flor
en su mano… ¿entonces qué?"
-S. T. Coleridge

M
María es una mujer muy bella que vive cerca de un matorral muy bonito, por allá, por las montañas. María va para allá casi siempre, y le gusta: ella va los domingos y recoge las moras de las matas espinosas que crecen por el valle del matorral. Las moras que crecen allí son muy dulces y rojas, y María con ellas hace una mermelada celestial con la que baña una torta muy rica.

Ella dice que el secreto de la torta no son las moras, sino, otro ingrediente que también se da por allá (en el matorral). Cerca -dice ella- hay una finca con unas vacas. La finca es de unos señores ahí. Bueno, las vacas van allá siempre a comer pasto -a ese valle- y regresan en la tarde a la finca, cuando ya han comido lo suficiente. En el camino que han venido haciendo estas vacas salen unos hongos, mientras la luna sigue alumbrando con su brillo y el rocío viste las flores en las noches. María cuando va en la mañana de los domingos -nos dice- lleva dos bolsas: en una va poniendo las moras exquisitas; en la otra, pues, mete uno que otro hongo mágico.
Cuando regresa, pasan dos horas y nos invita a su casa. Siempre vamos los domingos; un buen rato hablando y riendo, y comiendo torta de mora con jugo de limón.
Es muy lindo estar allá.

Ayer apenas nos confesó entre risas y sus cachetes sonrojados el secreto de su torta (tan fuera de esta realidad). Tengo que admitirlo: Esos bocados celestiales de aquel pastel hecho por aquella hermosura, pues, al rato que comíamos, nos ponía como en un trance sutil; hacia ver y sentir cosas muy distintas a lo cotidiano. Nos hacía, no sé, los pensamientos como etéreos; como que si fuéramos no más que espectadores en un mundo abstracto y dinámico; pero, paradójicamente sencillo. ¡Y nos reímos bastante, vale! cómo nos reímos cuando vamos los domingos. ¡Vámonos a la terapia de grupo!, decimos siempre burlándonos y mostrando los anillos morados que nos regaló, cada uno con uno en un dedo.

A

Al principio pensamos que maría era bruja, y que nos embrujaba porque-bueno, ¿Qué más va a pensar uno? Porque es una mujer fantástica y es un ser realmente peculiar. Y nos embrujaba porque somos personas inestables y nos quería enseñar algo, porque ella también seguro es inestable, y aprendió a canalizar la cosa. Al final, es como una maestra espiritual muy sexi; pero, no es bruja. Simplemente nos hace bien su compañía, y seguro a ella también la de nosotros (si no, no nos invitara, dijimos una vez)

Fue después que María nos dijo la verdad: que ella es hija de un hada que huyó del bosque porque olía ya mucho a basura el bosque; y el hada y que se transformó en mujer, y que estaba preñadas cuando lo hizo (de un duende, dice ella), y que cuando nació esa hija era humana por fuera también como la mamá, y que era ella. Que, pues, tenía quinientos cincuenta y siete años ya en este mundo. Cincuenta y ocho -corrigió ese mismo día de su cumpleaños. Que venía de muy lejos.
Que no le dijéramos a nadie.

Al principio -no te niego- le creímos; ¡pero claro! ¿Quién no le va a creer a la media hora de haber comido esa torta tan exquisita que nos preparaba la coño? ¿Ah? ¿Quién?
Luego reíamos y nos amábamos (así decía cuando hacíamos algo entretenido; en serio) caminando por las montañas y los valles; buscando piedras y contemplando animales raros; y ese aire, y esos colores; todo eso. Incluso, a veces jugamos cualquier cosa (que no fuera ser hippies).
Puro amor, al final (realmente).

R

Hoy. Hoy no vamos a su casa. Hoy vamos a acompañarla al terminal (El aeropuerto y los aviones; no, no, no, eso no; prefiero volar sin alas, mi vida, sin a-las, nos decía una vez) Se va para el Paují, a vivir cerca de la selva, cerca del jaspe, cerca de la vida, mis amores, de la vida; y pues, que nos esperaba ver algún día por allá, y que no sea lejos, que nos esperaba con incienso de tacamajaca y una torta aún más rica (de una fruta que no recuerdo); que le lleváramos semillas de las que a ella le gustan. Nos da un beso y se monta en el bus.

¡Ya van a ver! Pronto pondremos orden en este desastre. Me voy a una convención de hadas, mis viditas, de ha-das, y me quedo por allá ¡Se me cuidan!

Y el bus arrancó y nos dejó con un beso y olor a gasolina y muchas sonrisas y un ¡los espero pronto!
Fue muy lindo. Nos pone como bobos esa mujer.

Í

Bueno, ya es de noche. Ahora, estamos acá, en casa de Fausto, bebiendo canelita, recordando tantas cosas y riéndonos de tantos asuntos… Nos hace muy bien su compañía, realmente es como una terapia estar con esa mujer. Es como el color que le saca luz a las cosas (y nosotros somos esas cosas que les falta luz)
Sí, andamos felizmente melancólicos: somos tres hombres despechados.
Y borrachos.

Esa María es una bruja, chico -terminamos concluyendo con una certeza tan absoluta y cómplice, de verdad que es una bruja la coñito
(Al momento chocaban los pedazos de hielo casi derretido dentro de los vasos aprisionados por nuestras manos, y su sonido seco, húmedo, hacía como un llamado de atención:) Y justo ahí, en ese instante, todos observamos el rincón; y lo vimos varias veces, y parpadeamos para volverlo a ver; ver lo que en él se encontraba, y luego todos nos miramos estupefactos, partícipes de una fantasía que terminó en carcajadas y caras de sorpresa, de niños ingenuos y esas viejas historias fantásticas: justo al lado de la puerta del baño: ahí estaba:

¡¿Ves? Hasta nos dejó la escoba y todo para que nos acompañara! ¡Ahí está! ¿Ves? ¡Ahí está!

A
Martín –que estaba sentado justo al lado del pasillo- habría tropezado uno de los ángulos de la mesa (en donde estaba la botella) justo en el momento en que todos nos percatamos de la bendita escoba y nos desorbitamos de la risa -también- por la escoba y pues… hasta ese instante duró el alcohol: una cosa condujo a la otra: ahora, habían muchos pedazos de vidrios rotos en el suelo que recoger (y toda la canelita que esos vidrios, univalentes hace un instante, resguardaban).

- Palabra cierta… Pana, palabra cierta –decía atónito, Martín, sin poder creerlo, mientras barría ese desastre.

sábado, 28 de marzo de 2009

El blues que ganó un Oscar



I


Te envuelvo en luces que
me recuerdan a la noche.
Y llueve en la noche
y las gotas al caer parecen estrellas distantes
que al igual que tú
caen allá afuera y no las toco; ni me presienten.

Se dilata la distancia:
Es como los ríos que hace la lluvia
derramándoce en causes que diluyen el suelo.
Desde acá, me parece que te escucho:
te abres camino como una corriente
en medio de la roca
y le erosionas el corazón; le abres una cueva
pero, apenas me doy cuenta
y ya no estás.
Entonces, comprendí:
En una guerra
el sol nunca espera
a que la tregua llegue pronto
(Y el agua se evapora)

II

O se estanca
y se pudre.
De cualquier modo, te vuelves
sombras
ausencias
En todo caso, un recuerdo
malgastado por los amarres del tiempo;
un pretexto de sentimiento. Un acertijo.

jueves, 26 de febrero de 2009

Asuntos sin importancia

El perpetuo socoro del que hablamos
sería como
que si una mujer que no tiene hijos
adopte uno
y le llame Consuelo.
Pero el hijo crece
y resulta ser todo lo contrario:
entonces la madre, lo mata.
— Ya no tengo hijo –dice la madre. Se fue.
Y luego se casa con un tipo sin bolas
y son felices para siempre.

Si no, pues,
fuese como que si uno es
un prolijo escritor (imagínese) Entonces:
uno escribe de una forma hasta cierto punto enfermiza
y eufóricamente apasionada
y listo, uno escribió una cosa grandiosa:
Ahí, al rato cuando lees un libro de otra gente,
te das cuenta:
esa idea, pues, la genial idea que duro un mes en ser generada,
ya otro lo hizo hace treinta años atrás; porque sentimos lo mismo,
porque, bueno, las piedras siguen narrando las historia del mundo
y uno sigue pensando que todo ya está resuelto.
¿Qué cosa?
¡Gran cosa! Por Dios…
Y te pones a escribir sobre otro asunto.

Si no, sería la uña que crece
sobre la piel mal cortada: Pulula infección
y el rojo ya se asoma entre la carne podrida
como bocas sangrientas
(la ampicilina sería el socorro a tal infortunio)

Sería como el humo que dilata
los sentidos, este perpetuo socorro.
Sería la culpa
que siempre te recuerda que todo
absolutamente todo, va mal
y te distrae en otras cosas
de aparente importancia.
Serían las malas decisiones.

Es la trampa
que nos embauca con caminos más cortos.
Nunca hay tiempo. Y cuanto apuro, ¿no? nunca hay tiempo:
Igual, al final, uno se termina muriendo.
¿Y luego qué? ¿otra vida?

— Ni pudimos con una.
Entonces, uno piensa qué irá cambiando para mañana.

¿Y mañana?
Mañana seguro te veo, otra vez nos veremos
e inevitablemente caeremos en lo mismo:
que si tú, que si yo, que si nosotros no y ese trágico ya basta
(cómo nos encanta el trágico ya basta)
dándole ese último compás de sátira masoquista
a todo esto.

viernes, 13 de febrero de 2009

Un fenómeno realmente extraño





I


Este, es un cementerio muy particular:

El sepultero -si bien se le puede llamar así- es un esperpento albino caucásico largo y huesudo, con manos gigantes, tan grandes que puede cargar a dos muertos (uno cada mano) y llevarlos a la galera dos por vez y así ahorrar trabajo. Se la pasa tosiendo, este señor. Como carece de ojos, pues, nunca ve lo que sepulta -si es que es que se puede llamar así a lo que hace- y por consecuencia, no podría recordar qué estaba en qué sitio (el prolijo sentido del oído le es, digamos, algo mediocre, resaltando a los costados de su rostro unas orejas pequeñas y deformes… posee un olfato ya gastado por la mortecina) Siempre le duelen las rodillas y siempre se toma su tiempo para llevar a los muertos a sus tumbas -si es que se le pueden llamar vulgarmente tumbas a eso adonde van, como ya verás-
Es un desastre, este señor.

A los muertos los recoge de una mesa gigante que se encuentra en la entrada del cementerio. Ahí vienen y los echan; y luego viene el sepultero y los recoge. Hay veces, en que son tantos, pero tantos, que se forma un tumulto, una montaña de muertos (el señor está enfermo o se quedó dormido, qué-sé-yo).
De la mesa, el sepultero lleva los muertos a la galera que espera en las costas a la orilla del terreno, en donde luego los llevará a sus aposentos finales y perennes: una isla en medio del cementerio, donde se vislumbra a lo lejos, una cosa más gigante aún que todo lo demás, algo así como una de esas catedrales del XIII realmente hermosa; pero, inimaginable (un despilfarro, diría yo, para tanto muerto)

La galera ya cargada hasta en el cuarto de máquinas -de muertos, claro- recorrería un trayecto tranquilo; oscuro (qué cosas, aquí siempre es de noche ¿no?), pantanoso, neblinoso, algo difuso y solitario; pero, tranquilo (cabe resaltar que la galera sabía ya a donde iba; no hace falta que el pobre esperpento la comande. Se podría decir, que esta galera tiene almas propias que la hacen un ser independiente y con una función definida)
Un trayecto largo era este.

Ya en la isla, el sepultero lleva a los muertos a la entrada del majestuoso edificio. Los lleva por bultos (es más rápido así, da igual) y ahí los va tirando. Cuando ya ha terminado, toca el gran portal con sus manos gigantes dos veces, y luego una tercera: se abren las opulentas puertas, y descubren dos más. Hace lo mismo. Se abre este nuevo portal y descubre otro menos grande, y aún así de gigantesco. Vuelve a tocar dos veces, y una tercera y una cuarta, y se abre el último portal.
Ya puede entrar. Adentro la luz le da a todo un matiz rojizo y brillante, cálido y dorado: es el pasillo principal y único a través del cual se superponen las tumbas unas sobre otras en insólitas galerías continuas y paralelas, muy parecidas como al cristal. Cada una de las tumbas es un paralelepípedo rocoso coléricamente liso. Ninguna tumba se toca una con otra; todo se suspende, levita, está puesto en el aire y esa luz cálida y diáfana que parece brotar de todo, como una cascada de agua que salta desde la cima de la montaña y se desparrama impregnando las hojas de los arboles a su alrededor, todo lo sostiene.
Es un edificio realmente gigantesco y sublime.
Bueno, ya adentro el sepultero se pone a trabajar. Para llevar los muertos a sus tumbas (y todas están ridículamente altas; y da igual en cual tumba queda qué muerto) usa una escalera de mano muy larga. Para cargar a los muertos, usa un gancho con una cuerda que se amarra en el cuello, y sube.
Mientras lo hace, cada peldaño rechina como si fuera a reventarse una y otra vez.



II



¿Y qué pasa con los muertos que se quedan en la mesa marmórea que está en la entrada del cementerio y que van tirando a ratos los que llegan allí con más muertos?
Bueno, se pudren poco a poco.
Le toma un tiempo considerable al sepultero llevar los cuerpos a la isla. Hablamos de días acá. Semanas. Todo depende (de que si el señor está enfermo o si se quedó durmiendo, qué-se-yo)

El cementerio consta de un oscuro enrejado paralelo y casi interminable que se extiende por todo el perímetro arqueado de su terreno (imagínese un mar entero rodeado por un irregular círculo de suelo, con una isla inmensa en medio de sus aguas: ese es el terreno del cementerio) y con una entrada solamente: este; una salida: oeste. La mesa gigante se encuentra a unos pocos metros de la entrada. Se cree -y estamos en lo cierto- que muchos se han perdido en las vastas extensiones de tierra que rodean al mar que contiene la isla con el gigantesco edificio en donde el sepultero lleva los muertos (al norte del cementerio hay un bosque denso y oscuro, muy falible a los sentidos). Ignoran que al entrar al cementerio hay un delicado hilo que si lo alcanzan los conduce por el bosque, al oeste (algunos le llaman el hilo de Ariadna). Los que se pierden, se mueren o se vuelven locos (siempre es de noche acá) hasta que encuentran la salida, y si no la encuentran, pues, viene el sepultero y se asustan y los mata del susto, pues nadie ha visto algo parecido hasta entonces.
Pero bueno, ese no es el caso.

El caso son los muertos que se van pudriendo apilados sobre la mesa, los cuales unas larvas se comen poco a poco: sirven de cultivo para unos seres excepcionales, y he aquí a donde queríamos llegar:
Cuando el sepultero regresa de su largo viaje al aposento; cuando la galera lo trae de regreso con todas sus quejas y todas sus calamidades de sepultero; cuando ha terminado de sumir los restos de todos los cuerpos que llevó, es cuando él llega y se va a su casa (un cubo de bloques de tierra y techos de zinc oxidados, al sur del cementerio) y se duerme. Tose. Duerme, tose, se queja. Mientras, los cuerpos en la mesa se van amontonando unos con otros; se pudren unos a otros, y la putrefacción genera las larvas. Su saliva diluye las carnes y se la comen (todo un espectáculo grotesco)
Esto, limpia los cuerpos hasta el hueso. Y alimenta a las larvas.

Y ¿Qué pasa con los muertos que les dio sepultura el sepultero y cuyos restos quedaron en las tumbas coléricamente lisas dentro del edificio gigantesco que está en esa isla insólita?
Bueno, ¿qué más va a pasar? Se vuelven cenizas ahí adentro.

En el transcurso de una luna aquellas larvas crecen y se convierten en unos seres fantásticos. Sus pupas cuelgan por debajo de la mesa, y cuando germinan -literalmente- aquí hace sol. De esas cosas negras salen alas brillantes, cúmulos de energía que se extienden por todo el mar del cementerio. Tan brillantes así son, que el fenómeno genera la luz de millones de estrellas, y cada una de estas estrellas (que emanan de las pupas) se transforman en galaxias aladas que jalan del oleaje, mientras todas se van por el aire y se posan en la punta del templo de la isla, dejando en su vuelo, sobre el mar, una estela hilada brillantemente etérea, boreal, como nébulas difusas en el aire haciendo espirales de un polen luminoso, y al final se vuelven quien-sabe-qué y se esfuman en un destello sublime. Desaparecen.
Nadie sabe por qué pasa, tan sólo todo aquello dura un momento (¿lo que duran dos miradas en revelar su alma?)

En fin, es un día raro este.
Por eso estamos aquí: hoy, eclosionan las pupas.

viernes, 9 de enero de 2009

Ondulación



Ondulaciones/Virtudes/recuerdos/nostalgias. Sudor dulce de boca arrancada del Olimpo y puesta a tu voz. Momentos de más virtuosos: inolvidables… hasta la inquisición devastadora de los miedos. Carismas puestos para recordar quienes somos. Aberraciones que no nos dejan olvidar quienes somos: abstractos, solitarios, tactos telepáticos, miradas furtivas, certeras. Pero, entonces, vienes tú y me corrompes el corazón: el vacío absoluto sería una paradoja si tú existes; si existimos, entonces ¿Qué vacío? Ciertamente: ese mismo que nos hunde en palabras huecas y mucho más silencio.

Tus virtudes no dejan que el recuerdo me produzca nada más que nostalgias, sino que se aferra –el recuerdo- al anhelo del presente, como si fuera una esponja; como si así, el agua desparramada en el camino se desvaneciera, y ya sus gotas no hicieran espejos: no confunden. Nunca entendimos realmente.
Esto me lleva a preguntar(te): Si aún fuéramos
¿Cómo fuéramos entonces?

Sentimos tanto como nos damos cuenta de nosotros mismos.

El mundo In vitro 0.06


0.06

“the gold it’s in the…” - pink floid, obscured by clouds (1972).
a G.

(Primer acto)

Ahora que ya entendemos,
que estamos de acuerdo que todos entendemos
de qué se trata este cultivo,
prosigamos
sin quejarnos tanto:

La letra O –entiéndase: vocal-
es el símbolo del sonido que se hace al pronunciarla
y se representa como un círculo/elipse/(una) gota (o) espiral.
Por ejemplo: Sábila no se escribe con O
Pero, ¿y Aloe?…
— “…verá: si Amor lleva la O
peor
es el odio: lleva dos oes. Es más arrecho”
dirás-de-repente-de-seguro-y-no-te-culpo
Así que
te agradezco



y a mí no me culpes.



Queda demostrado entonces:
Nosotros, en cambio
procuramos el garabato.

(Segundo acto)

La línea nace de los pliegues y las sombras producidas por una luz de sol incandescente. Simula una curva que se va surcando entre la piel porosa dilatada y algo brillante, desde el nacimiento del lóbulo izquierdo de la nariz, estirándose parabólicamente entre el cachete y el perfil del pliegue agudo de la boca, que muestra (sin amenaza) los dientes y la lengua, y va descendiendo -la arruga- en una curva simétrica hasta perderse entre más piel; antes, se encuentra y difumina, con la barbilla.

Se ríe esta boca. De ahí nace la arruga.



— ¿De qué se reirá?

(Tercer acto)

Al asunto: Joaquín de tanto mirar de noche el cielo, un día vio algo sorprendente.

Por eso, ahora cada vez que lo recuerda, se ríe. Pero nunca nos cuenta qué fue lo que vio. No sé por qué, nunca me ha dicho. No se lo cuenta a nadie.
Aún así, esa es otra risa. No es de él la piel de quién reía en el segundo acto. Eso es otro asunto.
Bueno, las cosas se olvidan, se mutan y pues, lo que fue, ahora será (otra cosa, y no por eso será algo distinto, digamos)

Digamos, de paso, que el In vitro cae al suelo, rebota, tirita, se vuelve en una ondulación eliptica

y se rompe.