martes, 23 de diciembre de 2008

El mundo In vitro 0.05


0.05

La señora se sienta y le cuenta
a la nena
esta historia:

…Entonces, Suspenso, te sigo contando: el muchacho no sabía que hacer, aquella mujer había hecho algo sumamente reprochable: el simple hecho de no haberle dicho nunca tal cosa. Pues, justamente eso era lo que no podía comprender, no le cabía en los sesos el hecho de que su propia madre le negara ese secreto.



Ella siguió manteniendo ese velo que cubre su verdad durante toda su existencia hasta ese día, siguiendo con la tradicional maraña de misterio, de generaciones en generaciones: callar.
Hasta que habló.



Bueno, hecho aquello, mi niña, y Gerardo quedó boquiabierto cuando se enteró: en su familia, todas las mujeres son hermafroditas.



…Y siempre Catalina le dijo, desde siempre le dijo: ¡Epa! ¡Muchachito del carrizo! ¡No te metas a ese río que el agua está cochina!



…Y siempre catalina, luego del sermón, se decía para sus adentros: es por culpa de esas fabricas ¡hijoeputas!
__________¡Hijoeputa, carajo!

El Mundo In vitro 0.04


0.04
I

…como le venía diciendo:
Estas cajas
nos las dan desde que nacemos,
desde que crecemos / aprendemos / nos educamos
maduramos; nos volvemos individuos pensantes
y autosuficientes.

Se vuelve tedioso:
siempre nos dieron la caja esta
y siempre hay que cargarla, siempre:
ahí se meten:
las preguntas importantes
las penas los dolores
las frustraciones y los desencantos;
lo crudo, lo que no se refina, lo impuro.
Allí también se meten:
Las faltas, el ego, las flagelaciones al alma
amontonadas
en frascos tóxicos con un dibujo
de calaverita feliz.


¿Se podrá cargar con tanto peso?
¿Podrá usted?
¿Podré yo?

Da igual.

II

…Y que hay un sitio donde las cajas
se cambian: su peso en Oro (un oro para nada vulgar)

¿Sabrá usted?
¿Ah… sabrá donde está?


Porque aún yo no sé.

viernes, 5 de diciembre de 2008

El mundo In vitro 0.03

¿Quién sabe?… Quién sabe si desde las Pléyades se reirán ahora de nosotros.

0.03

En el año 2012, cuando llegó el que faltaba:

— ¿Trajiste las cosas?
— Sí, sí… ¿Se cercioraron de que estaba nadie allí adentro, no?
— No hay nadie.
— ¡Verga! ¿y quien está?
— Tampoco lo sabemos. Sólo hemos visto a 4; no hay nadie, coño, ya te dijo. Tenemos que ser prudentes… Y temer lo peor.
— Esos cuatro somos nosotros 4.
— Sí, sí… Obvio. ¿Y cuando habrá nadie?
— No lo sabemos aún. / — Aún no lo sabemos…
— No sé.
— Bueno… ¿Entonces? Habrá que pintarla aquí mismo [gesto de lúcida resignación]
— ¡En el patio? ¡Tú estás loco!
— ¿Entonces, cómo coño!
— Pues… ¿y el techo?
— ¡El techo! / — ¡Claro! / — ¡El techo!

...y los cuatro muchachos saltaron al techo en un solo brinco:

— Este techo esta perfecto: acá lo instalamos.
— Sí vale… Mejor que cuando lo del alcalde, ¿No?
— ¡Jajaja! / — ¡Jejeje! / —¡Sí, pobre del guardaespaldas!
— ¡Shhhh!
— ¿Qué pasa?
— Hay bulla ahí adentro [señala con el dedo el techo]
— Bueno-bueno-bueno… Ya está pues: pásame la esponja.
— … / — Toma. / —…

Un luego desde ese instante:

— Ya está: Ahora vamos a ver quien coño se atreve a decir lo contrario.
— Sí, sí. Ahora si que nos jodimos todos.
— ¿Seguro que la cosa funciona como dijiste?
— ¡Claro!
— …Y pues, si no, ya saldrán al mercado los dispositivos anti-antimentira. Nos haremos ricos, ¿no?
— ¡Jajaja! / — ¡Sí claro, jaja!
— Dispositivos anti…
— Jajaja! Sí, los venderemos como supositorios: “Métaselo usted mismo”

Y se fueron de un solo brinco.

Desde esa noche, la gente no pudo mentir más; hasta una semana luego: pasó repentinamente una tormenta de la cual un rayo le cayó encima y volvió la cosa chatarra (¡Gracias a Dios!) pero nadie se dio cuenta en medio de todo ese apocalipsis.

Mucha gente dejó de mentir. El dispositivo instalado en ese techo estaba diseñado con el fin del que mintiera, dicha la mentira se le caían los dedos. Su rango alcanzaba Neptuno, y trabajaba con energía solar.


Fue catastrófica la semana esa.