sábado, 19 de julio de 2008

Quien se siente descubierto



Quien se siente descubierto

ahí, sin sus velos y carismas


tiende a huir,


como quien se mira una vieja cicatriz


y se la tapa con la mano para que nadie más la vea


Luego:


se tapa un ojo con esa misma mano


disimuladamente rascando su entrecejo


o toca con sus dedos apresuradamente


alrededor de su boca


como quien pretende


así limpiar


la mentira.



Pasa esto: en la escena, quien descubre


simplemente pretende que el descubierto entienda


que todos tenemos cicatrices


pero sin sus velos huye, y no se percata


de quien le muestra con humildad


sus marcas en la piel.





El contexto es un “perdidos en un laberinto”


Y por desgracia, a quienes conseguimos entre los pasillos aturdidos en delirios y de pisadas marcadas en el suelo


le tapamos nuestra vista consumidos por el cansancio;


hacemos caso omiso a las señales que hacen de jeroglífico entre las paredes de roca


mero cristal rutilado que nos dicen
mira con los ojos


Toca con las manos.



Cargamos un pulpo con el hombro


Su tinta nos identifica


Sus manchas, indudablemente, lo identifican


¿En cual hombro?




- Si respiras, seguro lo verás.





Ahora, quien se descubre


ahí, sin sus peros, ni justificaciones


no tiende a huir, más bien


se contempla, se encuentra


Pero…


¿Quien le va a temer a su propia sombra?



© José Ángel Corona

viernes, 18 de julio de 2008

Las manchas se borran fácilmente


I


Las manchas se borran fácilmente

Lo que no se extingue del residuo,
se lo come el tiempo
su transcurrir,
su transitar;
casi estático…
casi sublime.

Lo que no se borra
se tapa con pintura;
se lava con peróxido;
unos audífonos, si no se quiere escuchar…
La idea no es evadirse,
es estar consiente de su existencia
y esperar a que se desvanezca
el asunto de la mancha en la alfombra -si así se prefiere mejor entender-

O limpiarla,
en el mejor de los casos.

II



A todas estas,
las manchas
tienen grados de intensidad:
Las que se borran con tan solo un soplo.
Con agua, otras se esfuman.
Las que necesitan arena para exfoliar sus cicatrices.
Y las más sutiles, las que no se borran fácilmente:
Las manchas de luz y de sombra.
En estos casos, ni se pretenda tapar al sol con uno
ni dos dedos
y ni use linterna tampoco
Deje que la vista se acostumbre a la penumbra y el brillo
Y bórrela -a la mancha-, mentalmente.
Si se entretiene con las siluetas,
entonces estudie a la mancha.
Si se llegase a reconocer el patrón, en su justo momento
se podrá mover al sol con uno
o dos dedos;
y ya de seguro, la penumbra o la luz
no serán problema.

martes, 15 de julio de 2008

Aquí No ha pasado Nada


EL Inquieto Intelecto

arroja su piedra

y ésta

cae vigorosamente derramada

por las colinas del Ser


Choca y Empuja

todo a su paso...

Arrastra y destruye

mientra va creciendo su manto.


(Inesperados sucesos)

¡Avalan-cha!


Al ver esto,

Intelecto se da la vuelta

y se va silbando.

Tu veneno


Tenerte cerca

es como eso de Eva, la serpiente y la manzana

Tú eres Eva y yo, soy algo así como la serpiente...

A eso jugamos, aunque en esta historia

es a ver quien lanza la primera mordida

Pero, cuidado ¡Y no me muerdas, Lilith!

Tu veneno es más potente

que once mil holocaustos.

jueves, 10 de julio de 2008

Tratado: Del agua que se escurre entre los dedos (I y II)

-¡Objeción!
Esto no es Alquimia
- En eso... Estamos claros.
¿Pa' qué clasificar? hoy en día, eso no se usa ¿Pa' qué es que se usaba?


I

El amor es como el agua:
Es tan necesaria
tan fundamental
que hay para todos.
Que si las manos se unen y hacen un cuenco
y la toman del manantial que surge entre la montaña

ahí esas manos, que beban sus bocas
que calmen su sed.

Si dejan que el agua se escurra entre
los dedos, que se escape torpemente, ahí
sí que nada hacen

Pierden su tiempo

Así, se pasan la vida
-pensando, pensando-
Y así se va yendo la cosa mientras piensan
se les va escurriendo entre los dedos de las manos

y las gotas que caen sobre el suelo, que se zafan del vértigo
hacen
un río
y ese río, mis estimados
lamentablemente, es tan escuálido, tan infértil
que se termina perdiendo entre las piedras, la tierra;
causalmente,
se evapora

Otra cosa que también es cierta, es que el agua
tiene tres fases…
Todo vuelve
todo vuelve
Así
como el fuego genera calor, luz, agua y humo
esas aguas y humo generan ácidos
el ácido, e v e n t u a l m e n t e
se neutraliza con una base
y nace una sal, y junto con ella
el agua revive, se manifiesta, renace de los opuestos
(como se manifiesta la energía que implica todo aquello)

II

Por otra parte,
esa misma agua que se regenera
e v e n t u a l m e n t e
pasa por sus tres fases:
Del hielo y la roca, al río
Del río a la tierra, a las manos, al mar
De la tierra-el sol-las manos, al aire
…Y siempre habrá noche.

Junto con la luna,
CAE EL ROCÍO.
©José Ángel Corona

Manifiesto: Pangea

Pangea se retuerce en nuestras entrañas
se contorsiona, se da la espalda, se rasca el pié
se mece en su cuna de fuego de roca fundida
y nos dice al oído

(Su tono de voz es muy hondo
y allá afuera hay mucho bullicio)
Nos dice las cosas
y nos agradece
que no guardemos silencio

- ¿Y qué hacemos cuando no sabemos que hacer, cuando no entendemos?
- Se pregunta y se guarda silencio como un niño impaciente.
- ¿Qué de la mente atrofiada de tanto sentido?
¿Qué, entonces, dime qué del que sabe y no hace nada para demostrar su mecanismo?
De las llaves del candado de cartón que cierra las sogas de paja, que se perdió entre las palmas de las manos de quien las sostenían; finalmente, el agua pudrió las cuerdas. ¿De qué está hecho un río, entonces?
- Un río está hecho de las rocas, los mares y los seres que se alimentan de él.

¿Que no guardemos silencio?

Para qué el silencio si aún ni sabemos reconocer los colores

Preferimos, en su caso,
soldar con plomo las ventanas.

©José Ángel Corona

Una respuesta en Cinco parrafos distintos:

***

Si se pensase en última instancia que el dedo que hace rato se había cortado, con saliva sanó, a pesar de toda la sangre y de la tierra, entonces, ¿que decir del ojo que percibe colores que no puede describir? Decir sería poco, sin saber nada de la luz que se esconde en todas las cosas. No se puede decir nada.

***

Las conchas de chipichipis que cuelgan del collar de la mujer que los comió: los agarró de la playa al atardecer, les echó sal y limón, y ¡Listo! Se los comió y con sus conchas se hizo un collar que carga siempre. Habrá que preguntarle a ella cómo los chipichipis saben a colores (depende de las manchas rojas que tengan encima)


***

Suenan los cascos de los caballos que pasan por la calle, y dejan sus marcas en las piedras y el asfalto fresco. Suenan como lamento, como un grito que se aferra al aire. Peor suenan los infelices, nunca parece que se están desboronando mientras caminan, y sus huellas duran tanto como las de los felices. ¿Y quien no va ser feliz? El pelo queda suavecito; los champús ahora vienen con sábila y avena. Lástima que el frasco dura tantos años por acá. Que mal, el plástico es muy duro; ahora, ya ni las bacterias pueden comer bien.


***

El eucalipto refleja el calor fuera de la madera como un rojo incipiente en sus hojas y flores y brotes. El marsupial se las come. Al marsupial le gusta el calor, más si hace frío en Australia. El sombrero de cuero de vaca con dientes de caimán del biólogo que lo estudia, lo confirma. Sus cálculos con pedazos de marsupiales muertos,
lo confirman.


***

Los murciélagos son ratones con alas. Por eso, ahora los túneles de las autopistas se hacen con caritas felices que dicen Buen viaje, regrese pronto; así, no chocan tanto con los parabrisas las pobres criaturas, y no hay tantos bichos pegados al parachoques. Los ingenieros se dieron cuenta de que el movimiento ondulante de la luz de neón de la sonrisa evita tantos accidentes. Ahora la gente choca ¡feliz!, como en la feria en los carritos chocones.


© José Ángel Corona